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La noche está clara,
estrellada,
las nubes son como largos besos no dados,
los grillos entonan una canción que en la oscuridad sola
me parece triste y melancólica.
En noches así,
llenas de misterio y romanticismo,
me parece imposible no pensar de inmediato en ti.
Los perros,
con sus aullidos
te llaman.
Me llaman.
Llaman a la Mujer Loba.
Es viernes Santo,
hay tambores en Teotihuacan.
Quizá en las pirámides.
Oigo sus golpeteos lejanos,
resuenan en mis entrañas.
Te extraño,
pero me extraño más a mí.